La nota que sigue la escribió Néstor Vaz el
29 de junio del 2014, porque Néstor, además de extraordinario instrumentista,
es un excelente escritor, don natural que perfeccionó en sus épocas de periodista
en diario El Heraldo, y que de vez en cuando nos deleita con alguna de sus impecables
creaciones literarias. Como ésta nota, en la que Néstor Vaz
hace, un año atrás y a raíz de la sanción a Luis Suárez, un anuncio premonitorio del futuro de la FIFA.
Considerándolo como un espectáculo, posee
colores, formas, plástica, sonidos, que le dan un sesgo artístico. Es arte
vivo, cambiante aun dentro de las fronteras un poco estáticas de sus
reglas, pero estimulando la creatividad, la habilidad, la inteligencia…Para mí
el fútbol es algo así como una expresión artística siempre contemporánea.
Pero, además, visualizándolo
estrictamente como una contienda deportiva, es uno de los deportes más
democráticos que conozco.
No es exclusivo ni elitista. Al fútbol se
puede jugar tanto en los países más ricos como en los más pobres… Su práctica
está habilitada para todos los estratos de cualquiera de las estructuras
sociales del planeta Tierra, independientemente de su poderío económico o
político.
Tampoco es excluyente. El fútbol no
excluye de su práctica a nadie por ningún motivo: ni físico, ni religioso, ni
filosófico. Lo practican los bajos, los altos, los de físicos bien
desarrollados, los más débiles, los hombres, las mujeres, los católicos, los
musulmanes, los creyentes, los ateos, los heterosexuales, los homosexuales, los
de tez blanca, los de tez oscura… Y lo mas importante aún, es que en su
práctica efectiva se mezclan sanamente muchas de aquellas cosas que separan a
los humanos fuera del perímetro de una cancha de fútbol: tanto sean compañeros
como rivales, los jugadores no enfatizan esas diferencias entre si sino que
–simplemente- no las tienen en cuenta. Y si algún desborde se desliza, en la
gran mayoría de los casos es por la pasión de la contienda.
Siendo el fútbol un deporte colectivo,
como en un alarde genial de la ingeniería humana, esos valores a priori tan
contradictorios como discriminantes fuera de una cancha, se amalgaman y
potencian más aun dentro de la misma. Todo en búsqueda de un triunfo, una meta
tan efímera en tiempo y espacio, que por estos días de Mundial puede tener una
repercusión a nivel planetaria pero a veces a una escala tan pequeña como la
gloria en el barrio del cuadro la tarde después del triunfo…
Por eso siempre me gustó el fútbol. Un
deporte que democratiza los seres humanos que lo practican. Porque les pasa el
rasero de la igualdad, remarcando el mensaje de que cada uno descollará en
función de sus habilidades personales pero puestas al servicio del
colectivo.
Por estos conceptos y muchos más el
fútbol es el deporte universal por excelencia. En especial, porque todo el
Mundo puede entenderlo porque gran parte de ese Mundo alguna vez pateó una
pelota aunque más no fuera en el recreo de una escuela en el lugar más remoto
de la Tierra. O sea, es un deporte opinable por ser conocido.
Lo paradójico, en mi opinión, es que este
deporte tan democrático sea gobernado por una monarquía establecida hace ya
muchos años, en la cual se traspasan el sillón, el cetro y la corona unos pocos
privilegiados que se mueven por el Mundo con su séquito de
obsecuentes. De Sir Stanley Rous a Joao Havelange, de este a Joseph Blatter, y…
¿quién será el próximo?
Monarcas omnipotentes, que lucran con el
deporte en su propio beneficio y/o en el de poderosos sectores privados del
campo de la financiación, los medios de comunicación, marcas de bebidas, de
automóviles o de galletitas… Del poder a la corrupción, obvio, hay un paso muy
pequeño.
Y la FIFA no escapa a la tentación de
establecer una mínima sospecha especialmente cuando su propio presidente Josehp
Blatter la define como “una organización sin fines de lucro” (textual)!!!
La FIFA se lleva bien con el imperialismo
de todo corte. El fútbol –el que juegan la mayoría de los humanos en todas las
canchas- sigue por suerte aferrando a aquella idea quizá romántica de la
competencia sana en igualdad de condiciones, tanto sea amateur como
profesional.
Pero no hay monarquía (por mas
absolutista y autoritaria que sea) que algún día no sea derribada por el pueblo
de a pie. La Historia de la Humanidad está plagada de ejemplos en ese
sentido…aunque aún pervivan algunas monarquías que se pasean por el Mundo en
carruajes y visten sus rancios trajes que apenas logran cubrir sus
procacidades, sus inmundicias, y también las cicatrices que la propia Historia
les ha marcado.
La puesta en evidencia de la podredumbre
de la FIFA ha sido quizá, fuera de lo estrictamente deportivo, lo que más ha
quedado en evidencia en estos días, multiplicado por la difusión mediática del
campeonato del Mundo de Brasil.
La sanción hacia Luis Suárez que fue
autodefinida como ejemplarizante por la monarquía de FIFA y sus oportunistas y
adláteres tan desleales y corruptos como aquellos, será el bumerang que
la Historia un día les devolverá con la violencia y la precisión de un remate
del salteño para cobrarle sin piedad ni contemplaciones las deudas contraídas…
NÉSTOR VAZ
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