lunes, 14 de enero de 2013

¿La drogadicción: enfermedad o delito?

El Consejo Coordinador de jefes de los Organismos de Control del Tráfico Ilegal de Drogas de los países de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva celebró una reunión en Astaná, capital de Kazajstán.
Uno de los temas centrales de la agenda fue la ejecución permanente del operativo antidrogas Canal en 2012 y la situación relacionada con la amenaza que supone el narcotráfico procedente de Afganistán, que según la ONU, es el proveedor más grande de opio y heroína del mercado mundial. En el propio Afganistán el número de drogadictos aumenta rápidamente y ya alcanzó el millón de personas o sea el 8% de la población.
El principal consumidor de opio es Irán, que recibe más que todo narcóticos de Afganistán. Rusia es el principal consumidor de heroína. Según datos divulgados por el Ministerio ruso de Salud Pública y Desarrollo Social, en el país están registrados oficialmente quinientos cincuenta mil drogadictos, aunque expertos independientes hablan de tres millones.
En realidad los drogadictos pueden ser muchos más. En Rusia los alcohólicos y fumadores no son considerados drogadictos. En Occidente cualquier enfermedad adictiva es tratada como drogadicción. Allí son considerados drogadictos incluso los que sufren anorexia y los adeptos a las aplicaciones (gadget) en Internet. Los psiquiatras afirman que el cerebro se habitúa de la misma manera.
En la mayoría de los países, la adición a las drogas se extiende a todas las capas de la sociedad, y Rusia no es la excepción. En todas partes se consumen estupefacientes, incluso en las ciudades pequeñas, pero en las grandes urbes es donde se estructura con más relevancia la nueva cultura de consumo de sustancias psicotrópicas, y a ella se incorporan nuevas capas sociales.
La tendencia mundial apunta a la disminución de la edad del primer consumo de narcóticos. Paralelamente las propias sustancias se vuelven cada vez más asequibles –constata el presidente de la Fundación española de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), Ignacio Calderón:
           Los jóvenes en nuestro país llevan cierto modo de vida. En España empiezan a consumir alcohol y drogas a los trece años. Me refiero a que a esa edad, los adolescentes empiezan a reunirse en compañías. Salir de noche a alguna parte es una gran distracción para los jóvenes de todo el mundo. Y esa distracción supone el consumo de diferentes sustancias.

La drogadicción paralelamente favorece el fomento de la delincuencia. Según datos difundidos por el Servicio Federal de Control de Drogas de Rusia, en las grandes ciudades una de cada tres condenas judiciales son dictadas por delitos relacionados con las drogas. Sin embargo, en Rusia con frecuencia se niegan a ver en los drogadictos personas enfermas y se pronuncian por la aplicación contra ellos de medidas severas, incluso aquellas que implican responsabilidad penal. El médico de la Clínica de Psiquiatría Korsakov de Moscú, Yuri Sivolap, por el contrario, está convencido de que el único método eficaz de tratamiento de los drogadictos es la terapia sustitutiva, prohibida en Rusia:
           Por consideraciones moralistas no se aplica la terapia sustitutiva, que consiste en el suministro de un análogo sintético en sustitución de la droga de la calle, lo que mitiga la gravedad de la enfermedad y disminuye las consecuencias de dependencia, incluso para la sociedad, porque si el enfermo recibe cada día su porción de droga en un centro médico, deja de cometer delitos, se estabiliza la epidemia de VIH, menos personas contraen hepatitis, etc.

El ex drogadicto Antón tuvo suerte. Empezó a consumir drogas en la década de 1990. Al principio fue la marihuana y después las inyecciones. El nacimiento de su hija le ayudó a dejar ese hábito:
           Durante largo tiempo consumí drogas, en particular unos doce años heroína y, por consiguiente, hacía ese entonces había pasado por todos los médicos posibles. Y ellos no podían ayudarme de ninguna manera. Seguramente fue una coincidencia de circunstancias. No quería que mi hija creciera con un padre drogadicto.

El mayor problema de la drogadicción es que “siega” en primer lugar a los jóvenes. Las personas de edad mayor rara vez caen en esa trampa. Por eso la sociedad debe hacer todo lo posible para proteger a los más jóvenes. La opinión al respecto de los médicos y ex drogadictos coincide: lo más eficiente para ello es difundir información sobre las consecuencias del consumo de drogas, para que no surja la tentación de probarla por primera vez. La Organización de las Naciones Unidad también hace hincapié en la labor informativa.
Agencias Internacionales


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