sábado, 31 de diciembre de 2011

Centro MEC tras porteras

POR EMILIO MARTÍNEZ MURACCIOLLE, ESPECIAL PARA FLORIDADIARIO
Para llegar a la parroquia de la Virgen de los Treinta yTres, en Barras de Molles de Timote, hay que hacer más de quince quilómetros desde la ruta 6, por un camino vecinal en el que irrumpen dos porteras. En este caso sí hay cómo errarle. El camino, estrecho, de balasto, se bifurca un par de oportunidades, no existe señalizaciónalguna y por momentos uno no sabe si es que sigue por éste o ingresa a algúnestablecimiento. A eso hay que sumarle el tener que atender la repentina aparición de curvas de 90 grados.
Para salir de Barra de Molles de Timote hasta la ruta 6 hay que hacer el camino inverso. Desemboca en el kilómetro 155 de la ruta 6, en un sitio conocido como “techos verdes”, aunque en realidad los techos del establecimiento ubicado allí ya no son verdes sino amarillos. Los vecinos de Barra de Molles de Timote, para ir al centro poblado más cercano deben pensar en al menos cincuenta kilómetros, que es lo que queda Capilla del Sauce. Pero suelen tener que ir a Sarandí Grande o a Florida, que está ya a unos noventa kilómetros.
De asilamiento saben y mucho los vecinos, congregados en la “Sociedad de Fomento Rural Alejandro Gallinal Heber – Sauces y Molles de Timote”. La reflotaron en 2008 cuando hubo que distribuir con sensatez las raciones enviadas por el gobierno nacional y el departamental en medio de una angustiante sequía y un devastador ataque de las langostas.
En el aislamiento las dificultades se multiplican, casi no hay tránsito en la ruta, los servicios prácticamente no existen y los fondos de los campos son desiertos verdes donde uno queda librado a buena voluntades divinas. “Dice la Constitución que tenemos derechos y obligaciones, pero aquí prácticamente siempre vivimos teniendo obligaciones”, reflexionó en ese sentido Juan Carlos Dellapiazza, presidente de la Sociedad de Fomento.
De aislamiento y de quedar librado al destino en el fondo de un campo Dellapiazza puede hablar, apoyado en los bastones con los que se repone de una quebradura de fémur. Fue este año que iba en un caballo al que empujó la onda expansiva de un rayo que le cayó al lado. Dellapiazza estuvo cinco horas solo, bajo el agua, sin poder moverse, habiéndose pialado sus propias piernas para inmovilizar la fracturada, hasta que lo encontró su esposa. El interior profundo es así. Está repleto de historias similares.
En la parroquia de la Virgen de los Treinta y Tres, en Barras de Molles de Timote se inauguró el martes 27 de diciembre el primer Centro MEC Rural del país. Surgió por iniciativa de los vecinos que, a través de la Sociedad de Fomento Rural, rascaron un poco en el MIDES y se aliviaron en el MEC. Picaba la idea de “adelantarnos a un problema”, según explicó Dellapiaza, aunque admite que éste, de algún modo, ya los venía alcanzando. Es que la digitalización llegó hace rato a la maquinaria agrícola, estando ya en una etapa donde para manejar un tractor hay que tener un conocimiento básico de las herramientas digitales. Los vecinos se hablan de casos concretos de personas que han quedado sin trabajo, desplazadas por algunas de las dimensiones de la brecha digital.
Un Centro MEC no es sólo computadoras. También es sus docentes pero por sobre todo las múltiples aristas que tiene su desembarco. Éste será experimental. “Vamos a observar con lupa este Centro MEC, para ver si la experiencia puede repetirse en otros lugares del país”, les explicó a los vecinos el ministro Ricardo Ehrlich, que llegó sobre las 14 horas para participar de la inauguración y les dejó toda la presión puesta en la frase.
La fiesta fue con cordero, canto popular y globos. No faltó nadie; ni la maestra de la escuela 95, ni el cura párraco ni el diputado blanco José Andrés Arocena, confundidos entre un ministro, algún director municipal y más de una decena de funcionarios ministeriales que hicieron casi 200 kilómetros para asegurar que la ceremonia tuviese número.
En el primer Centro MEC rural habrá mucho de ensayo y error. Se probarán modalidades de trabajo, explicó el coordinador departamental Carlos Moreno. “Aquí, que la gente se tiene que desplazar largas distancias, vamos a trabajar con familias enteras. En la familia siempre hay alguno que agarra más que los otros, así que ése va a ser el soporte en la casa para seguir transmitiendo conocimiento. Se verá en la práctica cómo funciona”.
FLORIDADIARIO

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