sábado, 20 de junio de 2009

A los 91 años logró su sueño: abrir un Hogar

Donó local para que "abuelos solos no queden aislados"
Por ALEXIS TRUCIDO


Esta semana comenzó a hacerse realidad el primer hogar diurno del interior del departamento de Florida.
La idea surgió hace al menos 20 años, pero antes de que Óscar Rava viera concretado su sueño terminó en una silla de ruedas y envejeciendo con el reclamo. El salón comedor del Instituto Nacional de Alimentación (INDA) de la localidad de 25 de Mayo albergará cada miércoles al primer hogar diurno y sus abuelos de "Isla Mala".
Hay al menos 200. Solos, con carencias, dificultades económicas y de salud o que, simplemente, quieren un espacio para distraerse. Es el primer hogar de estas características en el interior del departamento y el segundo en Florida.
Rava, a sus 91 años, es un conocido vecino del sur del departamento, vinculado al área rural. "Su idea era un hogar de ancianos, porque quería que todos los abuelos solos y que han ido quedando con imposibilidades como él no quedarán aislados", dice Susana Cotelo, presidenta de la Comisión de Vecinos, que se unió para cumplir el deseo.
"Estoy medio sordo y con poca voz, pero antes que me lleve Dios o el diablo, quiero ver a los viejitos acá y no que se los lleven lejos de los familiares", asegura Rava.
A Cotelo se le sumó la Intendencia, la asistente social del BPS, Lourdes Lomando, la Dirección General de Salud, estudiantes y vecinos.
Rava donó un viejo local en el centro de la localidad para hacer el hogar que deberá ser reformado, una vez culminados los trámites. El edificio fue construido por su tío y utilizado como escuela. "Hay que ayudar al que se puede", exhorta, con su voz quebrada por la "alegría de ver que esto empezó a caminar".
El hogar funcionará por el momento en el comedor los miércoles de 14 a 16 horas. Irene es la hermana y tiene 90 años. "Es buena la idea para muchos abuelitos solos". Tomasa, a sus 76 años, repasa que "hay muchas personas que están solas y si vienen acá pasan bárbaro", dice a El País.
María Teresa es una docente retirada. Tiene 70 años y sigue en movimiento: "No hay que quedarse, me siento muy bien, a gusto".
El País Digital



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